De hecho, parece que éste proceda de la abundancia de depósitos de posidonea oceánica, equivocadamente llamada alga, presentes en toda la costa arenosa después de las mareas del suroeste. La ciudad, capital de la Ribera del Coral (en catalán y alguerés Rada de Coral) está situada en un contexto ambiental de gran valor que comprende el Parque Natural de Porto Conte y la Reserva Marina del Capo Caccia-Isola Piana.

El centro histórico de la ciudad, asomado al mar, con sus edificios y con sus encantadores rincones, representa en la isla una auténtica joya. Sus espacios y su encanto ponen de manifiesto un largo y articulado proceso cultural vinculado a los acontecimientos políticos, sociales y económicos de Cerdeña.

La ciudad fue levantada por la familia Doria de Génova hace aproximadamente 9 siglos, en 1102, en una península de varias hectáreas de extensión. La elección del lugar no fue casual: inexpugnable desde el mar gracias a las elevadas murallas que todavía hoy pueden verse y a los  complicados fondos marinos que no permitían ni siquiera a las embarcaciones de tamaño medio acercarse a tiro de cañón y admirablemente fortificada en diferentes momentos tanto en la parte de tierra como en la de mar, incluso después de la expansión que hizo necesario ampliar los espacios protegidos por las murallas.

En el siglo siguiente, Alguer fue conquistada por los catalano-aragoneses, que entraron en la ciudad fortificada el 31 de agosto de 1353. Al año siguiente, la ciudad fue poblada con gente procedente de diferentes tierras catalanas y, desde entonces, Alguer conserva el idioma y las tradiciones de aquel pueblo y de la península Ibérica, con la que mantiene intensas y frecuentes relaciones de intercambio.

Por lo tanto, una visita a Alguer no es una simple excursión, es más bien un recorrido cargado de historia y emociones: los monumentos, las iglesias de la ciudad antigua, llenas de imponentes torres y bastiones, como las palacios señoriales y, en particular, los maravillosos campanarios de la catedral de Santa Maria y de la iglesia de San Francesco, conservan un marcada huella del estilo gótico catalán.

"Barceloneta", de esta manera llamaban a Alguer afectuosamente los catalanes, con su costa, su historia y su gente, fue la primera capital del turismo sardo desde finales del siglo XIX y todavía en la actualidad representa para Cerdeña la ciudad con más potencial turístico. 

Alguer disfruta de un panorama natural muy variado, desde las playas de arena fina hasta los acantilados con piedras planas y muy abruptas. El promontorio del Capo Caccia es muy apreciado por su vista panorámica, con su ya conocido acantilado con forma de gigante dormido que se ha convertido en uno de los símbolos de Alguer, junto al valioso coral rojo con una calidad muy apreciada, obtenido todavía de arrecifes submarinos, actividad que con la elaboración y la venta, desde hace siglos ha tenido una gran importancia de carácter económico y cultural, de tal manera que la rama de coral aparece incluso en el escudo de la ciudad.

En la zona del interior, rodeada por apreciados viñedos, encontramos la necrópolis hipogea de Anghelu Ruju, cuyas tumbas representan uno de los conjuntos más importantes de domus de janas de la isla. La necrópolis está abierta todos los días del 01/04 al 31/10 de las 9.00 a las 17.00 horas.

A sólo 8 km del Camping Torre del Porticciolo se puede visitar el poblado Nurágico Palmavera, conjunto que se remonta al siglo XIII a.C. formado por una torre central, rodeada por una fortaleza elíptica, y un extenso poblado formado por cabañas y pequeñas murallas. El poblado está abierto todos los días del 01/04 al 31/10 de las 9.00 a las 19.00 horas.